Veladuras rojas

Diálogo del nuevo rico empresario y el pobre historiador.
– El pasado, pasado es, a mí me gusta mirar hacia el futuro – dice, haciendo la horrible mueca de la gente con pasta.
– Ya, pero no podemos olvidar de dónde venimos.
– Sí, pero es más importante lo que nos queda por vivir. – Le viene al pensamiento la cantidad de dinero que ha conseguido reunir en pocos años, beneficiado de abolengo por un régimen fascista, explotando a la gente y en ocasiones, arriesgando con fraude y estafas de dinero rápido y fácil (inversiones de alto riesgo, las llaman, los muy capullos).
­– Si yo en lo personal también miro hacia el futuro pero en lo social me interesa conocer el pasado, por qué estamos donde estamos y de dónde vienen las grandes fortunas de este país, que son en parte el origen de muchos males del pueblo: latifundios, monopolios, desigual distribución de la riqueza, etc. ya sabe... – Para la mala conciencia es mejor pensar en el futuro, cuando tienes un pasado podrido y un presente con mucho dinero que gastar en el futuro, piensa.
– Sí, ya sé. ¿tú no serás uno de esos comunistas que andan averiguando cosas de los ricos, no?
– No, yo soy de izquierdas y de los tibios ­– dice el historiador mientras se le pone cara de gilipollas.
El nuevo rico no está dispuesto a permitir, que ni éste ni cualquier niñato con estudios y muchas leyes, le joda su prometedor futuro de rentas, putas y más negocios. Saca una pistola y sin mediar palabra, le pega un tiro a quemarropa. La bala le entra por un oido y le sale por el ojo contrario, la sangre salpica como una ola sobre el plato de jamón del bueno, todo se tiñe de veladuras rojas.
¡Ea!, ya me has manchado la corbata, eso por pensar tanto, rojo cabrón – dice, haciendo la horrible mueca de la gente con corbata.

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